sábado, 29 de enero de 2011

Domingo 30 de Enero de 2011.

¡Soy Hija/Hijo de Dios! ¡Soy Hija/Hijo del Nuevo Pacto!
Por Riqui Ricón*
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Luc 22.19-20).
Existen muchos creyentes hoy en día que no tienen un conocimiento correcto acerca de lo que significa el Nuevo Pacto al que Jesucristo hizo referencia cuando instituyó la Santa Cena. La mayoría piensa que se trata de la vida que ahora podemos llevar en base al Nuevo Testamento de sus Biblias y algunos llegan a exageraciones al afirmar que sus vidas ya no están más regidas por la ley del Antiguo Testamento sino por la Gracia del Nuevo Testamento.
El verdadero problema surge cuando, a diferencia de lo que Jesucristo dice en el Nuevo Testamento, el ladrón no viene sino para hurta y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10), la vida del común de los cristianos está carente de esa abundancia o plenitud de vida que debiéramos experimentar. ¿Qué sucede? Que desconocemos lo que el Nuevo Pacto es y, por lo tanto, cedemos, sin saberlo, el derecho que nos asiste para vivir una vida plena y abundante.
Veamos, en el Antiguo Testamento, la promesa del Nuevo Pacto y sus implicaciones.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto  con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Dios se comprometió a que haría algo para quitar definitivamente el pecado de en medio de nuestra relación con Él, poniendo Su Ley, la Palabra, en nuestra mente y corazón. Un cambio tan profundo e interno que ya nadie más necesitaría ser enseñado acerca de Él pues se establecería una relación íntima con Él.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).
Jesucristo pagó el justo castigo por nuestros pecados, devolviéndonos, con su muerte, la vida que habíamos perdido.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Así que por Su Gran Amor con que nos amó, el Padre nos ofrece vida y plenitud por medio de Su Hijo, Jesucristo, en lugar de muerte y condenación. Pero, ¿cómo se logró esto? Por el Nuevo Pacto, que actuó en nuestras vidas cuando recibimos a Jesús como Señor y Salvador, conforme a lo establecido por Dios en Su Palabra, la Biblia:
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Esto, familia, representa la Sangre del Nuevo Pacto, la esencia de un Pacto donde Dios, a través de la fe en Su Palabra y en el sacrificio de Jesús, a ti y a mí nos ha hecho nuevas criaturas: Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo de la simiente incorruptible que es Su Palabra, creándonos un corazón NUEVO, creando NUEVO el espíritu que tú y yo somos y poniendo dentro de nosotros Su Santo Espíritu.
Esto nos coloca en la verdadera dimensión de la plenitud y la vida abundante pues no  se trata de lo que percibimos o sentimos en este momento sino de lo que dice la Verdad infalible e inalterable de la Palabra de Dios.
¡Soy Hija/Hijo de Dios! ¡Soy Hija/Hijo del Nuevo Pacto!
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2010



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Enero 30                                            Luc 22.1-38  /  Gen 39  /  Sal 30

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